Desde que recalé en este equipo supe que mi obligación era transmitir a este bloque, los valores que hacen que un grupo de personas que juegan en un mismo equipo se transforme en una escuadra invencible solo concebida para la victoria.
Capitanear un equipo no solo consiste en llevar un brazalete que te distinga del resto de tus compañeros. Es sacrificio y ganas, esfuerzo y superación, mando y sobretodo orgullo. El capitán debe ser el último en rendirse, el que se eche el equipo a la espalda, el que crea cuando todos capitulen. Y el que consuele en la derrota cuando llegue el día. Pero hoy no es ese día.
Es el momento de comenzar a creer en la meta que nos pusimos hace ya unos meses cuando veíamos la Liga como algo utópico y lejano. Ahora más que nunca pido a todos y cada uno de los miembros del equipo que se jueguen su orgullo, su pasión y hasta su integridad física por cada una de las fibras que componen nuestra camiseta. Ni que decir tiene que esperamos que la afición esté con nosotros en todos los partidos, pues de ese modo llegaremos en volandas a la a final…y no quedará más remedio que ganarla.
¡Hasta la victoria siempre!
